El Covid-19 también alimenta el racismo contra las personas en movimiento, incluyendo comentarios abusivos e incluso ataques físicos a personas de raza negra. El 5 de marzo, el semanario “Le Rapporteur” decidió publicar una fotografía de un joven negro que ocultaba su rostro bajo el titular “Primer caso de coronavirus en Marruecos: ¿quién es el responsable?”. La primera muerte, como bien sabían los editores de la revista, fue la de una mujer de 87 años de nacionalidad marroquí. Aunque esta publicación racista causara indignación en las redes sociales, es una muestra más del profundo racismo expresado abiertamente al que se enfrentan las personas negras en Marruecos (y seguramente, en otros lugares).
Según datos de ACNUR, a fecha de 24 de mayo de 2020, 7.266 personas habían llegado a España este mismo año. De estas 3.717 (llegadas) fueron a través del mar Mediterráneo, 2.303 migrantes llegaron a las Islas Canarias y en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla se han documentado 1.246 cruces.
Estas cifras son comparativamente bajas (excepto para las Islas Canarias), especialmente en el mes de abril, en el que sólo 542 intentos de cruce fueron exitosos (en abril de 2019, 1.539 personas lograron superar las fronteras del Mediterráneo occidental). El siguiente gráfico muestra el cambio en el patrón de las llegadas mensuales a España desde 2018, según el recuento del ACNUR:
Hay informes interesantes sobre una nueva “tendencia” de migración de Tarifa a Tánger: rutas migratorias invertidas desde España hacia Marruecos. Diferentes periódicos han informado que personas marroquíes están tratando de organizar su viaje de España a Marruecos para reunirse con sus familias durante la pandemia del Covid-19. El miembro de AP K. en Tánger informa que no hay información fiable sobre este fenómeno por el momento, pero seguiremos buscando más información sobre ello.
El 8 de marzo de 2020, las mujeres del equipo local de Alarm Phone participaron en la organización de la manifestación del Día de la Mujer en Tánger. Ésta tuvo lugar frente al Cine Riff en el Grand Socco. Junto con feministas marroquíes, mujeres subsaharianas en lucha por la libertad de movimiento, madres solteras y algunas personas europeas se tomaron las calles y se cantaron consignas como “Solidaridad con las mujeres del mundo entero”. “Levanta tu voz, toma tus derechos” en árabe y francés. Este día, alrededor de 800 mujeres* formaron una poderosa y empoderadora marcha a través de la ciudad del norte de Marruecos.[1] Nadie se imaginaba como, unos días después, la próxima pandemia pondría patas arriba la vida en Tánger.
Miembros de Alarm Phone en Tánger informan que las medidas de contención han empeorado aún más la situación de las personas migrantes en la ciudad. Los cruces de Tánger a España se han vuelto casi imposibles durante este periodo. Las autoridades marroquíes arrestaron sistemáticamente a toda persona sospechosa de salir del país en barco. Las personas en tránsito que viven en Tánger también sufren el hecho de que se ha vuelto imposible mendigar en las calles, el no encontrar un lugar para pasar la noche y de depender aún más de la buena voluntad de las ONGs. Sin embargo, las organizaciones humanitarias, al igual que el resto de la economía del país, están paralizadas. Al principio del confinamiento, las autoridades marroquíes ayudaron a las personas migrantes con cestas de alimentos y refugio en Boukhalef, un barrio de Tánger, pero esta asistencia no fue generalizada y duró poco tiempo. La mayoría de las personas en tránsito tenían que encontrar refugio en los bosques de los alrededores de la ciudad. Ante la negligencia del gobierno, asociaciones como Cáritas han prestado asistencia a migrantes. La solidaridad entre los compañeras migrantes ha sido poderosa y efectiva. Un ejemplo, K., miembro activo de Alarm Phone en Tánger, nos informa: “Incluso con mi poco dinero, he ayudado a migrantes con pequeñas cosas pero también compartiendo mi casa con otras mujeres”. Durante el Ramadán, ofrecí sopa y ropa a quienes más la necesitaban”.
En lo que se refiere a las travesías marítimas de Tánger a España, miembros de AP en Marruecos informan: “El fin del cierre está previsto para el 10 de junio, pero mientras tanto, seguimos vigilando los movimientos de las personas migrantes. Podemos decir que las travesías son casi inexistentes ya que la Marina está al acecho”. En cuanto a las pocas personas que lograron “tocar el agua”, éstas fueron rápidamente interceptadas por la Marina Real: Sabemos de unas 8 zodiacs en los últimos dos meses que intentaron cruzar a España. Todas fueron interceptadas.[2]
Si bien el número de deportaciones de personas subsaharianas en Tánger había disminuido antes de que comenzara el confinamiento, la situación jurídica de las personas migrantes no ha cambiado en absoluto. En su mayoría se encuentran en una situación irregular y siguen sin poder hacer valer sus derechos. Esto explica por qué, a pesar de la pandemia de Covid-19, las terribles condiciones que caracterizan la vida de las personas en tránsito en Marruecos hacen que la prioridad siga siendo cruzar el mar y llegar a Europa.
Mientras que las restricciones del Covid-19 han estado en vigor, poca gente ha podido intentar la travesía marítima desde la región de Nador y alrededores. En la publicación de ACNUR, Panorama Semanal de las llegadas a España Weekly Snapshots of arrivals to Spain, vemos semanas sin Boza alguna (“Victoria” – la palabra para las llegadas con éxito a España) registrada en ninguna de las rutas hacia la España continental. Pocas pateras consiguieron sobrepasar la estricta vigilancia, algunos grupos fueron aprehendidos por las fuerzas marroquíes cuando se dirigían hacia la costa. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos, AMDH Nador, informa que alrededor de Bouareg, Nador, el 30 de abril 26 personas fueron detenidas y otro grupo de 11 personas al día siguiente. Ambos grupos estaban en camino hacia el mar.
El bosque de Bekoya fue atacado por las fuerzas marroquíes el 10 de mayo. Era un campamento esencialmente compuesto por mujeres y menores, que fue destrozado y las pertenencias y teléfonos móviles saqueados. Sin embargo, probablemente debido a la sacudida del Covid-19, las redadas y arrestos en los bosques y en los campamentos improvisados por personas en tránsito alrededor de Nador parecieron disminuir hasta mediados de abril.
Pero desde mediados de abril, “Boumla” (Wolof: policía) prosiguió su actividad: AMDH informa de redadas el 14 de abril en Bekoy y Bolingo. Las personas en tránsito fueron arrestadas sin respetar ningún requisito de seguridad frente al Covid-19. “Sin cumplir con las normas de distanciamiento y de no concentración, estas personas migrantes arrestadas fueron cargadas en grupo en los vehículos. Las mujeres con sus hijas e hijos acaban de llevarlas a un destino indeterminado, mientras que los hombres siguen retenidos en el centro de detención de Arekmane” (AMDH Nador).
El centro de detención Arekmane, un antiguo centro de vacaciones del Ministerio de juventud y deportes, que las autoridades han transformado en centro de detención. Este es un lugar de lucha. Las condiciones de detención establecidas por la ley 02-03 relativa a la entrada y residencia de personas extranjeras en Marruecos, que especifica el fundamento jurídico y la posible duración de la detención, así como los derechos de las detenidas y las garantías procesales, se ignoran por completo en Arekmane. Cabe señalar que esto se repite en todas las demás instalaciones donde se retiene a las personas migrantes en Marruecos.
AMDH también informa sobre redadas el 15 de abril en Afrah y el área llamada “la carrière”. Durante esas redadas los campamentos, que en aquella época eran mayoritariamente habitados por mujeres, fueron destruidos y quemados por las fuerzas auxiliares marroquíes. El 22 de abril, 22 personas ciudadanas subsaharianas fueron arrestadas en una casa en Beni Ensar y llevadas ilegalmente al centro de detención de Arekmane.
A pesar de esto, según nuestros contactos locales, las cosas parecen estar mucho más tranquilas. Muchas personas migrantes se han retirado a los bosques para escapar de las estrictas restricciones del Covid-19 y del confinamiento en las ciudades. Pero aunque las fuerzas auxiliares marroquíes no han saqueado los campamentos desde hace algún tiempo, la situación y las condiciones de vida siguen siendo extremadamente precarias. A las ONGs se les suele prohibir que entreguen ayuda a las personas en tránsito aisladas en los bosques de la región y, como estas últimas no pueden salir libremente de los campamentos para tener la oportunidad de conseguir alimentos, existe un sufrimiento enorme.
La represión política de cualquier intento de migrar sigue siendo visible, incluso en estos tiempos de bajo número de cruces. La AMDH de Nador informa el 11 de mayo que de un grupo de 12 personas senegalesas fueron detenidas el 29 de abril en Driouch, a unos 60 km al suroeste de Nador, 3 de ellas fueron acusadas de ser “traficantes” y ya han sido condenadas a 1 y 2 meses de prisión, así como a una multa de 5000 MAD (unos 500 euros).
El 27 de abril, el ex presidente y actual vicepresidente de la AMDH de Nador, Omar Naji, fue arrestado por la policía de Marruecos después de denuciar a través de Facebook la confiscación de los bienes de vendedoras y vendedores ambulantes de Nador. Se le acusa de difamar a las fuerzas públicas y de difundir información falsa. Fue liberado al día siguiente después de pagar 10.000 MAD de fianza. La primera audiencia de su caso está programada para el 2 de junio. El arresto de Naji prueba una vez más que los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, son objeto de vigilancia en tiempo real por el Estado marroquí, pero, como Naji es un miembro y alto cargo de la AMDH, probablemente hay más en juego para el Estado marroquí en estos procedimientos que el simple y veraz contenido del post de Naji en Facebook.
En los últimos tres meses, las personas que viajan a las Islas Canarias no sólo han tenido que enfrentarse al Covid-19 y a un mayor nivel de represión policial, sino también a condiciones climáticas espantosas. Entre el 5 y el 20 de marzo, ninguna embarcación pudo cruzar debido al fenómeno meteorológico de las tormentas de arena de Calima. Hubo pocos cruces a mediados de abril, también como resultado de las malas condiciones meteorológicas. El aumento de las medidas de seguridad y los controles, no sólo debido al Covid-19 sino también a la presión política, lejos de disuadir a la gente de viajar, hacen que las personas desplacen las salidas más al sur, por ejemplo a Dakhla y Mauritania, aumentando la duración y, por lo tanto, el peligro de la ruta. Por ejemplo, la primera patera que llegó a las Islas Canarias desde el inicio de la pandemia del Covid-19 había partido una semana antes a Nouadhibou (Mauritania septentrional) con 45 personas. A pesar del nivel de peligrosidad y de represión, muchas personas no tienen más remedio que viajar, ya que las condiciones de vida en tiempos del Covid-19 no han hecho más que empeorar en Marruecos. B. activista de Alarm Phone en El Aaiún, describe la situación de la siguiente manera:
“Las personas migrantes están realmente agotadas por el estado de emergencia que Marruecos decretó hace tres meses. Esta situación implica que la gente se queda en casa para respetar las medidas de seguridad, pero es difícil porque su vida cotidiana depende de los negocios informales, no hay actividad comercial, no hay ingresos. Si no fuera por los actos de solidaridad de ciertas organizaciones y asociaciones que han ayudado, la situación sería catastrófica para las migrantes”.
Sin embargo, las normas de seguridad del Covid-19 y la pérdida de ingresos no es el único desafío para las personas que buscan cruzar a las Islas Canarias. Hay continuas detenciones arbitrarias en las calles (por supuestamente no llevar la mascarilla adecuada, estar en la calle de noche, etc.), y arrestos de “cuarentena” cuando las pateras tratan de salir de las costas.
Detención de personas en tránsito en las costas marroquíes, a 100 km de El Aaiún. Dado que el Covid-19 está en pleno auge, las personas ya no son liberadas después de unas horas o días en un centro de detención, sino que son puestas en cuarentena sin ninguna información clara sobre la duración de su detención. Fuente: Fotos del Sáhara Whatsapp
Eso significa que docenas de personas están retenidas en centros de detención improvisados que claramente no cumplen con ningún estándar sanitario. Por ejemplo, más de 100 personas fueron arrestadas y detenidas juntas en El Aaiún a mediados de abril, y alrededor de 140 en Dakhla en el mismo período. A principios de mayo, un brutal acto de violencia policial ocurrió en Laayoune. Se produjo una pelea entre algunas personas detenidas y algunos policías (Force Auxiliaire). Se produjeron disparos y cuatro personas detenidas fueron gravemente heridas por balas de goma. Las personas heridas fueron llevadas al hospital pero luego fueron condenadas a una multa de 500dh (~ 50 euros) por un juez local. B. de Laayoune explica la razón de los disturbios: “Habían pasado más de un mes y medio en cuarentena en el centro de detención. Cada día se les decía que podían salir, pero eso nunca ocurría. Las migrantes estaban hartas, esto fue lo que inició la revuelta.” En el momento de redactar el presente informe, 78 personas siguen detenidas en el centro de detención de Foum-el-wad en El Aaiún, y 4 personas en Tarfaya sin ninguna información sobre cuándo serán liberadas.
A pesar de las restricciones del Covid-19, a pesar del clima, la gente se organiza y viaja. A mediados de mayo, 2.237 personas habían cruzado a las Islas Canarias. Cuando se compara con los 372 cruces entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 2019, se ve que las llegadas a las Islas Canarias siguen siendo más de 6 veces superiores a las del mismo período del año pasado. Esto a pesar de los factores externos que dificultan las salidas. No es sorprendente que más de un tercio de todas las llegadas al Mediterráneo Occidental se encuentren en las Islas Canarias. Según ACNUR, las personas en tránsito son en su mayoría de origen maliense, senegalés, guineano y marfileño, así como algunas marroquíes. Alrededor del 20% son mujeres y el 12% son niñas y niños, un porcentaje mucho más alto que en otras rutas del Mediterráneo Occidental. Dos historias verdaderamente heroicas de algunas de estas mujeres, niñas y niños han llegado a los medios de comunicación: El 28 de abril, un bebé nació en el mar antes de que la embarcación fuera rescatada por Salvamento Marítimo, siendo el tercer parto en el mar este año. Aún más sorprendente es que una niña llamada Mace (7 u 8 años) logró llegar a las Islas Canarias sola, sin ninguna persona adulta que la acompañara.
Si bien no es raro encontrar menores no acompañadas entre un grupo de viajeras, trabajadores de Cruz Roja Islas Canarias manifestaron su sorpresa al ver la temprana edad de Mace. Bienvenidas a Europa a Mace y a todas las demás que llegaron a salvo.
Mace, una viajera muy joven que llegó a las Islas Canarias sin ninguna persona adulta acompañante a finales de marzo. Fuente: José María Rodríguez (EFE) para Canaria7.es
Sin embargo, muchas y muchos de las que pueden haber compartido los sueños, planes y determinación de Mace nunca llegaron a cruzar el mar. La ruta a las Islas Canarias sigue siendo de lejos la más letal de toda la región del Mediterráneo Occidental. Según las cifras citadas por la ONG Caminando Fronteras, 245 personas perdieron la vida entre enero y marzo de 2020 en la ruta de las Islas Canarias, lo que supone el 85% de todas las muertes en el Mediterráneo Occidental (los datos oficiales de ACNUR sólo mencionan 133 muertes o desaparecidas en el mismo período). Es decir: Cada semana de enero a marzo, casi 20 personas murieron en la ruta a las Islas Canarias, mientras que alrededor de 125 llegaron a salvo y un número desconocido fue interceptado por Marruecos. El 90% de todas las personas viajeras desaparecidas nunca han sido encontradas y sus familiares ni siquiera tienen un cuerpo que enterrar.
La gravedad de la situación puede ilustrarse con el pico de cruces a finales de marzo. Entre el 26 y el 31 de marzo, Salvamento Marítimo buscó un total de 11 embarcaciones. Una de ellas se hundió, sólo 3 de las 39 supervivientes fueron recogidas por la Marine Royale. Fueron detenidas en Dakhla. Otra patera fue interceptada por la Marine Royale, y 5 otras fueron rescatadas por Salvamento Marítimo, una de ellas tras haber pasado una semana completa en el mar. Pero el destino de las cuatro pateras restantes sigue siendo incierto. A menos que hubiera alguna información errónea o errores de conteo, es casi seguro que se desvanecieron para siempre en las profundidades del Atlántico, llevando docenas de pasajeras y pasajeros en ellas.
Como fuese, las afortunadas y afortunados que logran cruzar el mar no escapan en absoluto a la grave situación inducida por el Covid-19 a la que ya se enfrentaban en Marruecos. A finales de marzo, hubo dos casos positivos en el CIE de Barranco Seco en Las Palmas. Este conocido centro de detención reabrió sus puertas el año pasado, a pesar de su terrible estado. Después del brote, un juez ordenó su cierre, pero la reubicación de las personas internas llevó bastante tiempo. Aunque es una buena noticia que el Covid-19 haya detenido las deportaciones por el momento, la falta de equipos de protección personal y de espacio hace imposible cumplir con las medidas de seguridad. Un sindicato de la policía ha pedido la suspensión del período habitual de 72 horas de detención administrativa a la llegada, ya que las comisarías no están equipadas para mantener a las personas en cuarentena. Las recién llegadas duermen actualmente en colchones en viejas celdas de la prisión o incluso en los pasillos entre ellas. Al mismo tiempo, los traslados a la península española han cesado. Paloma Faviedes, experta en leyes de asilo, acusa al gobierno de seguir una política de disuasión: “El mensaje que el gobierno quiere enviar es claro, aunque nadie lo dice en voz alta: no es lo mismo entrar en las Islas Canarias que en Europa”.
3.4 Oujda
El 10 de mayo, unas 20 personas, que habían sido deportadas de Nador a Argelia, contactaron con miembros de Alarm Phone. Enviaron un vídeo en el que se mostraba que habían sido abandonadas en las montañas y que las Fuerzas Auxiliares Marroquíes les habían robado sus teléfonos y su dinero. Cuando las llevaron a territorio argelino, la policía de fronteras se llevó lo que les quedaba. Además de la pandemia, era Ramadán y la gente, arrojada en medio de la nada, se enfrentaba al problema de cómo conseguir comida y apoyo. No pudimos restablecer el contacto puesto que todos sus teléfonos fueron incautados. Alrededor de una semana después nos enteramos de que algunas de las personas lograron llegar a Oujda, otras se dice que continuaron hasta Orán en Argelia. Aún no hemos conseguido volver a tener contacto, pero le seguiremos la pista a esta devolución ilegal que pone vidas en peligro.
En los últimos tres meses, según trabajadoras y trabajadores de la asociación de trabajadores sanitarios, hubo un aumento en las llegadas de personas subsaharianas a Oujda. Se supone que, en tiempos de Covid-19, hay más apoyo e incluso mejores condiciones de vida en Marruecos que en Argelia, esto hace que las personas migrantes crucen la frontera. La edad de las viajeras y viajeros también es significativa, muchas de las personas migrantes que se encuentran en las calles pidiendo dinero son adolescentes o niñas y niños.
Las condiciones de salud siguen siendo graves. La mayoría de los problemas de las personas que solicitan los servicios de salud mayoritariamente lo hacen por motivos de malnutrición y condiciones de vida insalubres, especialmente después de los largos períodos de viaje. Muchas de las mujeres que acuden a los servicios médicos son a su vez víctimas de violencia sexual.
El 18 de mayo, dos personas de origen guineano murieron en la zanja que forma parte de la frontera argelino-marroquí. La policía estima que los dos estaban involucrados en el contrabando de hachís y que murieron huyendo de la policía. Desafortunadamente no existe más información de ello hasta ahora.
3.5 Los enclaves: Ceuta y Melilla
Las cifras oficiales sobre entradas “irregulares” en los enclaves españoles están actualmente en entredicho. Según las últimas cifras del Ministerio del Interior español, desde principios de 2020 hasta el 15 de mayo, 1.243 personas entraron en los enclaves de forma irregular por vía terrestre, lo que supone un descenso del 42% respecto a las 2.147 del mismo período del año anterior. El Ministerio no registró ninguna llegada por mar a Melilla y sólo 45 entradas a Ceuta, lo que supone un descenso del 77%. Sin embargo, aunque las cifras demuestran lo contrario, al menos en un caso, dos personas de un grupo de cuatro consiguieron llegar a Melilla a nado y el Portavoz del Gobierno Autónomo habló recientemente de algunas llegadas por mar. Por otro lado, las entradas por mar registradas en Ceuta corresponden en realidad a casos en los que las personas embarcaron desde Ceuta con destino a la Península, pero fueron traídas de vuelta por SM. En realidad, no deberían ser contadas como nuevas llegadas a territorio español.
No obstante, la drástica disminución de las entradas debe considerarse un efecto de los factores actuales sobre los que ya hemos informado y, en particular, de la creciente vigilancia y militarización de ambos lados de la frontera. Aunque activistas indican que se han utilizado durante años, la Guardia Civil española reconoció públicamente por primera vez el uso de cámaras térmicas por parte de la Patrulla Fronteriza y Fiscal (Pafif) en la vigilancia de la frontera. A partir de mediados de marzo de 2020, las medidas para evitar el Covid-19 no sólo condujeron al cierre de todos los puestos fronterizos hasta mediados de junio, sino que se utilizaron para legitimar el programa de vigilancia y para impulsar una mayor militarización. Militares de diferentes unidades de Ceuta y Melilla comenzaron a patrullar la frontera por primera vez desde 2005 para dar refuerzo a la Guardia Civil, desde entonces, las unidades del GRS (Grupo de reserva y seguridad) se encargan del control de la valla de forma rutinaria.
Sin embargo, a pesar de estos enormes esfuerzos por controlar y asegurar la frontera, 126 personas consiguieron entrar en ambos enclaves por vía terrestre desde el cierre de la frontera (107 en Melilla, 19 en Ceuta). El 6 de abril, el mismo día en que se inició oficialmente la operación militar, en un intento colectivo de 260 personas, 55 saltaron la valla de Melilla. Varias personas fueron llevadas al hospital con fracturas de huesos, 2 personas fueron detenidas. Otras 38 personas sufrieron una “devolución en caliente”, siendo deportadas ilegalmente al Estado marroquí. En el lado marroquí, AMDH informa que numerosas personas regresaron a los bosques cercanos con heridas no tratadas. Otro intento de cruzar la valla hacia Ceuta fue frustrado por la Guardia Civil española. El 21 de mayo un menor subsahariano ya había conseguido cruzar las vayas coronadas de concertinas cuando fue víctima de otra “devolución en caliente” y entregado a las autoridades marroquíes. Condenamos, junto con otras 11 organizaciones españolas, al gobierno por esta nueva “devolución en caliente” de un menor – están actuando brutal e ilegalmente violando la propia ley española, la Convención Europea de Derechos Humanos, y el Art. 3 de la Convención de los Derechos de les Niñes.
El 13 de marzo, de la noche a la mañana Marruecos cerró sus fronteras completamente, incluso a los ciudadanos y ciudadanas marroquíes que estaban en el extranjero. Al mismo tiempo, el gobierno español puso en marcha medidas para evitar la propagación del Covid-19. Esto ha llevado a un empeoramiento de la situación de las personas en tránsito que se encuentran atrapadas en los enclaves en su camino hacia Europa, así como para muchas que se han visto impedidas de continuar sus viajes a Marruecos. Las personas que ya dormían en las calles o en las zonas portuarias, así como los ciudadanos y las ciudadanas marroquíes recién llegadas y atrapadas se quedaron sin ningún apoyo del Estado. Con la ayuda de organizaciones o con la solidaridad de personas individuales, asociaciones de vecinos y ONG, encontraron refugio en mezquitas o fueron alojadas en garajes, almacenes, casas de particulares o edificios industriales por toda la ciudad. Más tarde, algunas fueron trasladadas a las ya superpobladas viviendas de emergencia o a refugios improvisados, como pabellones deportivos y campamentos de tiendas de campaña. En la actualidad, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, con capacidad para 580 personas, alberga a unas 1.700 personas, entre quienes se encuentran niñas y niños, mujeres y personas LGBTQI+. El centro para menores no acompañadas de Melilla “La Purísima”, con capacidad para 180 personas, ha acogido a unas 900 menores. Como se repite en todo el mundo, durante el Covid-19, el alojamiento en centros o campamentos expone a las personas migrantes en centros superpoblados a un alto riesgo de infección. No hay posibilidad de distanciamiento social ni acceso a máscaras. Además, las colas para obtener servicios sanitarios y alimentos son largas. A menudo no hay acceso a Wifi, no hay posibilidad de salir de situaciones violentas o abusivas, y no se tiene suficientemente en cuenta a las personas con estrés psicológico, diferentes vulnerabilidades o grupos de riesgo.
Un grupo especialmente vulnerable que se ve afectado por la cuarentena son los y las menores no acompañadas que migran sin la compañía de una persona adulta, muchas de las cuales viven en las calles y puertos, a la espera de conseguir refugio en los enclaves españoles. A raíz del confinamiento, las autoridades españolas afirmaron que “velarán por que jóvenes y menores migrantes que no se encuentran en el CETI o en los centros de acogida de la ciudad, para que sean confinadas en lugares “para su propia protección y la de demás personas”. Incluso en tiempos sin Covid-19, los centros de menores no acompañadas “La Purísima” (Melilla) y “Centro La Esperanza” (Ceuta) están constantemente masificados. La ONG RedMelilla acusó al gobierno de no prestar apoyo, con lo que más de 900 menores corren el riesgo de ser infectadas. Aunque tarde, algunos menores fueron trasladadas a otros campamentos o a partes de las respectivas ciudades. 200 niños del centro de menores de ‘La Esperanza’ iban a ser alojados provisionalmente en tiendas de campaña instaladas por los militares, pero el campamento fue destruido por una tormenta – por suerte, no había nadie todavía. A pesar de los riesgos obvios, la Comandancia General de Ceuta (COMGECEU) desplegó varios militares para volver a establecer el inestable campamento. A la luz de estas medidas inadecuadas para proporcionar condiciones de vida seguras, el gobierno obviamente falló en sus esfuerzos por asegurar a los menores no acompañados una “cuarentena en las mismas condiciones que los demás ciudadanos y ciudadanas”.
En general, la respuesta del Estado para eliminar las condiciones inhumanas de estos centros ha sido hasta ahora insuficiente o se ha utilizado para reforzar las políticas anti-migratorias. En el curso de los últimos dos meses y medio se permitió a 329 personas cruzar a la Península. Aunque se trata de la mayor salida de este tipo en años, dejó atrás a muchas que han visto retrasado su viaje durante meses o incluso años. Esta arbitrariedad discriminatoria provocó muchas protestas y una huelga de hambre de 18 días en el CETI en Ceuta. Las acciones no fueron reconocidas por el Estado y quedaron sin consecuencias. Apenas se cumplieron las promesas de alojar a las personas lejos de los CETI, mientras que las protestas por las condiciones de vida en los CETI y en los Centros de menores no acompañadas se encontraron con una fuerte represión policial. Además, a finales de abril Grande Marlaska, el Ministro del Interior, amenazó con deportar a 600 viajeras a Túnez, lo que violaría claramente el Convenio Europeo de Derechos Humanos Art. 4 contra las deportaciones colectivas (como afirmaron muchas organizaciones en una carta abierta). Esto dio lugar a protestas y huelgas de hambre de las personas tunecinas en tránsito, en las que huelguistas se grabaron con sus labios cosidos como señal de protesta.
Dos meses después del cierre total de fronteras por parte del Estado marroquí, el 15 de mayo se inició el proceso de repatriación de ciudadanos marroquíes, pero sólo después de que una mujer atrapada en Melilla hubiera muerto en uno de los refugios de la ciudad. Los funcionarios marroquíes han estado entregando al gobierno español listas de personas a las que se les permite cruzar a Marruecos. La forma en que estas listas se elaboran es muy opaca. Por un lado, algunas que esperan desesperadamente ir a Marruecos no están incluidas, y por otro lado, las personas que no quieren volver, esperando en cambio llegar a la Península, sí lo están y temen ser deportadas contra su voluntad. En el momento de escribir este artículo, las autoridades españolas están iniciando procedimientos de desalojo forzoso.
No obstante, a lo largo de estos últimos meses, cientos de personas han protestado contra las consecuencias de las medidas racistas tomadas en razón del Covid-19 y por la plena aplicación del derecho de asilo y la libertad de circulación. Las estrategias utilizadas incluyeron huelgas de hambre, cartas abiertas, campañas (en línea) exigiendo la liberación de las que todavía están en los CIEs y en los CETIs de Ceuta y Melilla, su traslado a la Península, el cierre permanente de todos los campos/centros y la prohibición definitiva de las “devoluciones en caliente”. Muchas organizaciones y personas siguieron actuando en solidaridad directa, proporcionando alimentos, refugio, ropa de abrigo, mantas y primeros auxilios. Y, como lo demuestra el caso de cuatro menores marroquíes que volvieron nadando a Marruecos, la gente siguió subvirtiendo las fronteras, de una forma u otra.
Fuente: Twitter ( Miguel Urban)
4 Naufragios y personas desaparecidas
El 2 de marzo, 26 personas salieron de Dakhla y han estado desaparecidas desde entonces. AlarmPhone no ha podido averiguar hasta ahora que ha sucedido con esta patera.
El jueves 12 de marzo, 8 personas murieron de un total de 47 personas que iban abordo de una patera entre Asilah y Larache en la costa oeste de Marruecos, según informó Caminando Fronteras.
El jueves 26 de marzo, una patera con 39 personas a bordo volcó frente a Dakhla. Sólo 3 sobrevivientes fueron rescatadas. La mayoría de las víctimas son ciudadanas de Costa de Marfil.
El viernes 27 de marzo, se presume que 22 personas se ahogaron frente a Dakhla, sólo 7 personas pudieron ser rescatadas por barcos pesqueros. Una mujer muere poco después de llegar a la orilla.
El lunes 30 de marzo, 3 personas de un grupo de 16 viajeras subsaharianas se ahogan frente a Mostaganem, Argelia.
El viernes 3 de abril, una patera que transportaba principalmente a personas de nacionalidad guineana naufragó a 24 km de Tan Tan en su camino a las Islas Canarias. Sólo 21 personas sobrevivieron. Se encontraron 2 cuerpos y 43 personas siguen desaparecidas.
El miércoles 15 de abril, un cuerpo, más tarde identificado como el egipcio Mohamed Youssef, aparece en la costa seguramente intentaba llegar a Melilla.
[1] Consulte nuestro informe: Struggles of women* on the move: https://alarmphone.org/en/2020/04/08/struggles-of-women-on-the-move/
[2] Ver capítulo 2 en Traversías marítimas de este informe